Panorama Suizo 1/2018

20 Panorama Suizo / Enero de 2018 / Nº1 ANDREAS W. SCHMID Martina Hingins volvió a dar la vuelta al mundo durante cuatro años. Una vez más, la deportista suiza más famosa disfrutó de la magia del tenis, con sus alegrías, éxitos y aplausos, hasta que a finales de octu- bre se retiró por sorpresa. No fue su primera retirada, pero nadie duda de que ésta es la definitiva y de que no habrá vuelta atrás. Deporte tirada en el suelo bajo el abucheo del público. Hoy, esa experiencia le da risa: “A esa edad, se hacen cosas que sería mejor no hacer.” A pesar de no ser tan atlética como las representantes del power tennis , Hingins había estado durante años entre las mejores gracias a su juego inteligente y a su muñeca privilegiada, ¿y ahora quería de- jarlo todo, con tan sólo 22 años? Nadie lo entendía muy bien... ¡ni si- quiera ella misma! No pasó mucho tiempo hasta que Hingis volvió a la cancha. El regreso no se le dio nadamal, ganó tres torneos y volvió a colocarse en el Top Ten . Sin embargo, volvió a retirarse, esta vez no del todo por propia voluntad: en un control antidopaje en Wimble- don, dio positivo por cocaína y fue suspendida durante dos años. Al- gunos medios no tuvieron reparos en ensañarse: “Presumida y, ade- más, adicta a la cocaína”. Su imagen pública quedó hecha añicos, aunque hoy declara que ella no lo percibía así: “En mi círculo, siem- pre me apreciaron...”. Hingis desapareció de los focos, para aparecer de nuevo en los ti- tulares, aunque ahora solamente por los problemas con su pareja. Su trabajo como asesora en el mundo del tenis tuvo escaso éxito. Sin em- bargo, otras jugadoras con quienes entrenaba comentaban que se- guía estando a la altura de las mejores. Nuevo regreso y tercera retirada Eso es lo que ella deseaba averiguar, y resultó ser lamejor decisión de su carrera. En 2013, volvió al mundo de la competición, pero sólo como especialista en dobles y mixtos. Ahora, Hingis no sólo marcaba pun- tos en la cancha, sino también en los corazones del público. Tanto den- tro como fuera de la cancha parecía más relajada que nunca. Si antes se sospechaba que no se divertía jugando al tenis, sino que se concre- taba a hacer sin rechistar lo que le mandaba su madre, ahora, supera- dos los treinta, a nadie se le hubiera ocurrido reprocharle algo así. La antigua niña prodigio se había convertido en una mujer madura, en paz consigomisma y con el mundo, que por fin gozaba de la estima de todos y que fue admitida en el Salón de la Fama. Además, seguía cele- brando muchos éxitos deportivos. Ahora, después de 23 años y 25 títulos de Grand Slam , ha llegado el momento de retirarse. Pero no por eso se convierte en jubilada: “¡Eh, que la vida no se acaba!”, exclama Martina Hingis. Le apetece cuidar sus caballos, aparecer de vez en cuando en las canchas de tenis de su madre, pero sobre todo “tomarlo con calma”, como ella lo dice. ¿Piensa formar una familia? Ya tiene una pareja: el médico Harry Leeman. “Y queremos tener hijos”, añade Hingis. ANDREAS W. SCHMID ES ESPECIALISTA EN TENIS Y PERIODISTA DE COOPZEITUNG El momento ideal Martina Hingis ascendió muy pronto a la cima del tenis, para luego caer en la vorágine del dopaje y, finalmente, volver a cosechar éxitos. Ahora acaba de retirarse. “Tarde o temprano tiene que llegar el día”, declaró, y esto se comprende fácilmente: esta mujer de 37 años ha pasado en su carrera por todos los altibajos que depara el destino. Finalmente, consiguió llegar de nuevo, en dobles, al número uno del ranking mundial. Así se cerró el círculo: en 1994, una Hingis adolescente, luciendo su aparato dental, irrumpió en el mundo del tenis provocando una sensación fulminante. 23 añosmás tarde volvería a estar en lomás alto, convertida en la Gran Dama del tenis profesional. Así ponen fin a su carrera los grandes de- portistas. “Es el momento ideal”, declara la propia Hingis. La número uno más joven, con 16 años Cuando se retiró por primera vez en 2003, era demasiado pronto. Desde pequeña, tanto ella como sumadre y entrenadoraMelanieMo- litor habían dedicado su vida a este deporte sin fronteras. Aunque desdemuy pronto se hablaba del surgimiento de un talento excepcio- nal en el valle del Rin, su irrupción entre las mejores no fue una ob- viedad. ¿Cuántos talentos no pudieron estar a la altura de unas expec- tativas desmesuradas? No así Hingis: a los 16 se convirtió en la número unomás joven del mundo. En los años siguientes disputó numerosos partidos, que entraron en la historia de este deporte. Fue inolvidable cómo en la final de 1999 del Abierto de Francia, yendo contra la eti- queta, dio alcance a SteffiGraf para comprobar si realmente había en- viado la bola fuera de la cancha. Aniquilada por la derrota, se quedó

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