Panorama Suizo 2/2018

20 Panorama Suizo / Marzo de 2018 / Nº2 Sociedad Así es como lo formulamos entonces. Queríamos derrocar la sociedad bur- guesa, la propiedad privada de los me- dios de producción, queríamos una so- ciedad de iguales, de iguales en términos sociales y no sólo legales. Los izquierdistas como usted se han abstenido de procesar críticamente su pasado, señaló “Die Weltwoche” en un artículo publicado hace diez años, con motivo del último aniversario del 68. Como ya he comentado, me alegro de que aquella revolución no cuajara. Al mismo tiempo, me alegro de que mu- chas de nuestras inquietudes se hayan materializado. De hecho, ahora existe mayor igualdad de género, ha mejo- rado la situación de los trabajadores extranjeros en Suiza y se ha asegurado un plan de jubilación para todos. ¿Y qué hay del capitalismo? Algunas de nuestras ideas siguen vi- gentes: por ejemplo, el peso del capital bancario que opera a escalamundial y que ha ocasionado, en el mundo occi- dental, la crisis de 2008. Hasta la fecha, sería interesante que nuestra sociedad controlara este poder de forma demo- crática. Usted ha sido pedagogo y profesor de pedagogía a nivel universitario: ¿cómo repercutió el 68 en las escuelas? Por un lado, el sistema educativo se abrió. Teníamos unos 36 alumnos en nuestra clase del instituto de bachille- rato de Frauenfeld, de los cuales sólo cinco eran chicas. En la actualidad, hay másmuchachas y jóvenes procedentes de las clases socialesmás bajas en las es- cuelas de enseñanza superior. Por si fuera poco, los castigos físicos han des- aparecido –pero no la autoridad, afor- tunadamente–. ¿Se declara, en la actualidad, política- mente liberal? Sí, así es como lo denominaría yo: so- cial-liberal. El liberalismo burgués era uno de los más acérrimos enemi- gos del 68, pero es la base de una sociedad democrática. Eso queda patente en la Rusia actual: sin libera- lismo, una democracia se vuelve auto- ritaria. Los actores del 68 crecieron en la sociedad del bienestar y del auge de la posguerra. Fue precisamente a esa sociedad y sus valores a los que les declararon la guerra. ¿No es esto paradójico? No, diríamás bien que es lógico. Quien tiene que preocuparse por sobrevivir no suele pasar su tiempo elaborando modelos alternativos, tal como lo hi- cimos entonces. Por el contrario, quien puede beber su cervecita y comer su fi- lete, también puede reflexionar. Por ejemplo, sobre el hecho de que no existe el mismo bienestar en el Tercer Mundo. Es precisamente la existencia de tales contrastes, lo que puede des- pertar la conciencia ante las cuestio- nes de justicia social. Su partido RML se denominó a partir de 1980 Partido Socialista de los Trabajadores (SAP). Ganó algunos escaños en ciertos cantones y municipios, además de lanzar una iniciativa nacional encaminada a garantizar una formación profesional, la cual fue rechazada tajantemente en 1986. En 1987, el SAP desapareció y muchos de sus miembros se adhirieron a los Verdes o al Partido Socialista. Sí, pormi parte seguí siendomiembro del SAP hasta el final, pero después no me adherí a ningún otro partido, por- que me interesaba más mi quehacer científico. Sin embargo, sigo sintién- dome comprometido con muchas de nuestras reivindicaciones. ¿Como cuáles? La democratización, precisamente en materia económica, la igualdad de oportunidades entre hombres ymuje- res, o la seguridad social. DANIEL DI FALCO ES PERIODISTA DEL PERIÓDICO DER BUND E HISTORIADOR 1968: más que alborotos y escándalos ¿1968? Actualmente, los historiadores prefieren hablar de los “años 1968”, refiriéndose así al hecho de que los acontecimientos —también ocurridos en Suiza— no se limitaron a un solo año. A modo de ejemplo están los alborotos que se produjeron durante el concierto de los Rolling Stones en el Hallenstadion de Zúrich, en abril de 1967; la ocupación del seminario de docencia de Locarno, en marzo de 1968; los disturbios callejeros de Zúrich, en junio de 1968 (el famoso “motín del Globus”); la gran manifes- tación de mujeres en la Plaza Federal (“Marcha sobre Berna”) en marzo de 1969; o la polémica exposición de Harald Szeemann “When Attitude Beco- mes Form”, en la galería de arte Kunsthalle Bern, en marzo/abril de 1969. El movimiento del 68 se sublevaba contra las autoridades tradicionales y exigía autodeterminación, justicia y solidaridad. Asimismo, durante las protestas, que acapararon todos los titulares, se vislumbró una evolución más amplia: supusieron la culminación de un cambio social que ya había iniciado en 1965 y que duró algo más de un decenio. Se percibió en el cre- ciente número de divorcios, de títulos universitarios o el aumento del em- pleo femenino. Asimismo, tanto el bienestar como la cultura juvenil y los medios de comunicación crearon una dinámica que chocaba cada vez más con aquellos valores conservadores que habían marcado el clima de la posguerra en Suiza. De ahí que se iniciase una modernización social, la cual se abrió camino en las protestas del 68 y acabó cuajando en refor- mas políticas, aunque también en una amplia liberalización de las normas sociales: desde la unión de hecho hasta el peinado, pasando por el consu- mo de cultura, se multiplicaron las formas aceptadas de vivir. En realidad, mucho de lo que damos por sentado en la actualidad tuvo sus inicios en aquellos “años 68”. DDF El “motín del Globus” del verano de 1968 en Zúrich acabó en distur- bios callejeros. Fotografía de Keystone

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