Panorama Suizo 3/2018

8 Panorama Suizo / Mayo de 2018 / Nº3 Algunos pueblos kosovares dependen totalmente de la diás­ pora, como es el caso de Smira, en la frontera con Macedo­ nia. Quien quiera dirigirse a Smira en automóvil deberá ar­ marse de paciencia. Primero, se perderá en el caótico tráfico de Pristina, y luego buscará en vano la entrada a la nueva autopista. A lo largo de la antigua carretera que une Kosovo con Macedonia, se despliega todo el esplendor del vertigi­ noso boom arquitectónico de los Balcanes, caracterizado por un desarrollo urbanístico salvaje y desenfrenado. Unos tras otros se suceden sin parar gasolineras, hospitales pri­ vados, almacenes de construcción, hoteles por hora, tien­ das de muebles, talleres de coches, centros comerciales y escuelas privadas. Tampoco pueden faltar las urbanizacio­ nes cerradas: los nuevos ricos y especuladores de la pos­ guerra viven con sus familias en conjuntos residenciales protegidos, siguiendo el modelo norteamericano. “Bienvenidos a Smira”, dice Tefik Salihu una hora más tarde. Tefik Salihu es algo así como el responsable de infor­ mación de este pueblo ubicado en el este de Kosovo entre suaves colinas, amplios campos y frondosos prados. Smira cuenta con unos 5 000 habitantes, además de los aproxi­ madamente 2 000 que residen en el extranjero, mayor­ mente enGinebra y alrededores. “Para nosotros esmuy im­ portante la prosperidad económica del cantón de Ginebra. Del gobierno central en Pristina no esperamos mucho”, añade Salihu en tono sarcástico. Llegó a Ginebra en los no­ venta, aunque volvió pronto al lado de su familia cuando se vislumbraron los signos precursores de la guerra, que no tardó en estallar. Marzo, un mes muy especial En Kosovo, marzo es el mes de los aniversarios históricos. Enmarzo de 1981, los estudiantes de la Universidad de Pris­ tina protestaron contra la pésima comida que servía el co­ medor universitario, aunque pronto plantearon también demandas políticas, por lo que fueron respaldados por los obreros, algunos funcionarios, profesores y alumnos. “ Kosova Republikë ”, tal es la consigna con la que crecieron generaciones enteras de albanokosovares. Kosovo debía convertirse en una república igualitaria dentro del Estado multiétnico yugoslavo. A partir de entonces se declaró que ésta era la única manera de librarse del dominio serbio e impedir que Belgrado tomara un día la decisión arbitraria de suspender la autonomía de la provincia. Esto fue lo que sucedió efectivamente enmarzo de 1989, tan sólo dos años después de que un apparátchik asumiera el poder en Serbia con Slobodan Milošević, quien supo aprovecharse del na­ cionalismo para afianzar su poder. Tras la abolición de la autonomía kosovar, la mayoría albanesa se vio marginada. Para los observadores occidentales se trataba ya de un sistema de apartheid en Europa. jóvenes que han conocido en Facebook. Para la diáspora fe­ menina, Kosovo se convierte, en verano, en una auténtica plataforma de citas a cielo abierto. Sin las transferencias de los kosovares residentes en el extranjero, la pequeña república balcánica no tardaría en derrumbarse. Gracias a la diáspora, alrededor de unos mil millones de francos suizos fluyen anualmente a los hoga­ res kosovares. “Lamentablemente”, señala AgronDemi del Instituto de Investigación GAP, “la mayoría del dinero se destina al consumo y no se invierte”. En las calles de Pristina y otras ciudades es común ver pasar vehículos postales de color amarillo, coches que lle­ van la calcomanía “CH” o banderas rojas con la cruz blanca. Para muchos suizos, Kosovo fue durante largos años una provincia lejana y desconocida, situada en las gargantas de los Balcanes. Entretanto, las cosas han cambiado. Cada vez más suizos visitan Kosovo, paseando por Pristina en gru­ pos de viaje. “He venido para visitar a un amigo. Trabaja­ mos desde hacemás de 20 años juntos”, relata unmecánico procedente del Oberland zuriqués. Ante el monumento del héroe nacional albanés Skanderbeg, algunos políticos loca­ les oriundos de Wil bombardean al guía con preguntas: quieren saber más sobre la cultura, la historia y la política del país. Estos conocimientos podrían serlesmuy útiles para integrar mejor a los albanokosovares que residen en Suiza. Desde 1999 en Pristina Por su parte, el suizoAndreasWormser ya se encuentra bien integrado en Kosovo. Este diplomático llegó a Pristina en 1999 por encargo de la Oficina Federal para los Refugiados, con lamisión de determinar qué tan factible sería repatriar a los refugiados de guerra. Wormser se quedó. Intercedió sobre todo por los derechos de la minoría romaní. Sin em­ bargo, como funcionario del Departamento Federal de Asuntos Exteriores (DFAE) se sentía pocomotivado. En 2013, Wormser inauguró el Hotel Gracanica, el primer hostal mul­ tiétnico de Kosovo, construido por el arquitecto suizo-kosovar Bujar Nrecaj. Esto también constituye un ejemplo de los estrechos lazos que unen a Kosovo y Suiza. El suizo Bernard Challandes (a la de- recha) es desde hace algunos meses en- trenador de la selección de fútbol kosovar. Tema Clave

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