Panorama Suizo 3/2019

Panorama Suizo / Mayo de 2019 / Nº3 19 de igualdad de géneros. Gracias a las reformas al seguro de vejez y supervi- vientes, la situación de lasmujeresme- joró enmateria de jubilación. En 2005, Suiza introdujo el seguro de materni- dad. Después de las elecciones de 2015, el 30% de los miembros del Parla- mento eran mujeres, contra el 14% el año de la huelga. No cabe duda de que se lograron algunos avances. Sin em- bargo, las promotoras de la segunda huelga de lasmujeres, prevista para el 14 de junio próximo, opinan que aún falta mucho por hacer. Comités regionales en acción Se tratará una vez más de una huelga nacional, aunque descentralizada. En varias ciudades se han formado comi- tés de huelga regionales. En Berna, por ejemplo, Samira Schmid, junto con al menos cien mujeres más, está preparando la huelga. “Esto ya urge”, dice la organizadora de 30 años. Cuando las suizas protestaron en 1991, era todavía niña y vivía en España con sus padres que habían emigrado. Más tarde regresó a Suiza, cursó estudios de trabajadora social y tuvo dos hijos. “La primera huelga de las mujeres sólo la conozco a través de relatos, que siempre escucho con gran interés”, añade. Samira Schmid nació a fines de los años 1980. Durante mucho tiempo ma- nifestó poco interés por el feminismo. Cuando empezó a buscar trabajo, se le abrieron todas las puertas: “No tuve la impresión de tener menos oportunida- desque loshombres”. Perocomomadre trabajadora se percató de lo difícil que es conciliar la vida familiar con la profe- sional: “La maternidad supuso un gran virajeenmivida”.Tambiénsediocuenta de que su experiencia en el trabajo do- mésticoy laeducaciónde loshijosno tie- nenvalor en la vida profesional: “Conel trabajo de cuidados no gano puntos”. Como trabajadora social, Samira Sch- mid cuida de mujeres en situación pre- caria y ve “las consecuencias de la polí- tica social de austeridad”, nos confía. Sigue la desigualdad salarial Lanuevahuelgade lasmujeres suizas se inscribe en la línea de las movilizacio- nes feministas que también se han ve- nido observando en otras partes del mundo: la Women’s March en EE. UU. y en países europeos tras la elección del PresidenteTrump, lagranhuelgade las mujeres enEspañaenmarzode2018, el movimientomundial #MeToo contra el sexismo cotidiano, los abusos y la vio- lencia. En Suiza, unmanifiesto incluye también entre las reivindicaciones la protección de las inmigrantes y los de- rechos de los transexuales y personas queer , demostrando así que 2019 no es 1991. Otras reivindicaciones son nota- blemente similares a las de entonces, como la igualdad salarial, la valoriza- ciónde lasprofesiones en lasquepredo- minan las mujeres y una estrategia na- cional para combatir laviolencia contra lasmujeres. A casi treinta años de la primera huelgademujeres,lasestadísticasoficia- les revelan, aunque discretamente, que en Suiza la igualdad de géneros se halla estancada. Así, aunque la diferencia sa- larial entre hombres y mujeres se ha re- ducido,enelsectorprivadosiguesiendo de un 20%. Casi dos tercios de los pues- tos a jornada completa con salarios bru- tos inferiores a los 4 000 francos corres- pondenamujeres;enlasaltasdirecciones de las empresas suizas casi no haymuje- res. Ellas hacen, al igual que antes, casi todos los trabajos de cuidados no remu- nerados que, a pesar de ser indispensa- bles, hasta ahora casi no reciben recono- cimientoeconómico.Yenlasestadísticas de criminalidad aparecen cincuenta ca- sos diarios de violencia doméstica, cada dos semanas con consecuencias fatales. Un simple apoyo “moral” Alliance F, asociación suprapartidaria de organizaciones de mujeres suizas, apoya la huelga de las mujeres “moral- mente”,mientras que lasmujeres de los partidos burguesesmantienenuna po- siciónmás bien reservada. LaConsejera Nacional zuriquesadel PLR, Doris Fiala, dijo al periódico Tages-Anzeiger que ella trabaja por las mujeres todo el año y que una huelga no le parece adecuada en nuestros días. No obstante, para la organizadora bernesa de la huelga, Sa- mira Schmid, es importante cerrar fi- las: “A pesar de las diferencias, hay te- mas que nos afectan a todas”. Pronto sabremos si estahuelga está destinada a tener la misma resonancia que en 1991. En aquel entonces, el mo- vimiento se inscribía en la tradición huelguística presindical y poseía una dimensiónexcepcional, creadoradeun sentimiento de pertenencia común, afirma la historiadora suiza Brigitte Studer. En un análisis digno de lectura, publicado en la revista NZZ Geschichte , escribe: “Cuando ladiferencia entre los sexos es una construcción social, el su- jetopolíticomujer sólo se crea también mediante prácticas políticas comunes”. En su opinión, la primera huelga de las mujeres lo demostró de forma contun- dente. Coloridas protestas en las calles de Zú- rich (1991): un ejem- plo morado para las mujeres en huelga de hoy. Foto Keystone www.frauenstreik2019.ch

RkJQdWJsaXNoZXIy MjYwNzMx