Panorama Suizo 6/2019
13 Panorama Suizo / Noviembre de 2019 / Nº6 Cuando Suiza encarcelaba a los pobres y a los inadaptados Hasta 1981, las autoridades suizas internaron a decenas de miles de per- sonas en distintas instituciones, sin ningún proceso judicial. Una comi- sión de expertos ha estudiado estos casos de “internamiento administra- tivo”. Los resultados empañan la imagen que Suiza tiene de sí misma. “Privados de todo derecho personal”: víctimas de interna- miento administrati- vo en la explanada de la institución Belle- chasse, de Friburgo. Foto Archivo Estatal de Friburgo SUSANNE WENGER La “justicia administrativa” es “lo más indignante que pueda imagi- narse”, opinaba en 1939 un testigo de su época al que, ochenta años después, citaría la Comisión Independiente de Expertos (CIE): el escritor bernés y re- formador Carl Albert Loosli. Los de- lincuentes, denuncia Loosli, tienen derecho a un juicio, no así las perso- nas internadas por las autoridades de asistencia social y otras instancias ad- ministrativas. Además, en las institu- ciones suizas “existen esclavos del Es- tado, cuyo cuerpo y vida están a merced de las autoridades”. Y lo más sorprendente es que a nadie parece importarle. Loosli, hijo ilegítimo de una cam- pesina, fue internado siendo joven en un centro de readaptación social. Du- rante mucho tiempo no se prestó atención a voces críticas como la suya. No fue hasta 1981 cuando los cantones anularon sus leyes sobre el interna- miento administrativo y el gobierno federal reformó el Código Civil. En- tretanto, el sistema de asistencia so- cial se había profesionalizado y, a raíz del 68, la sociedad se había vuelto más liberal. Sin embargo, el factor de- cisivo fue la presión internacional: la práctica de arrebatar la libertad a adultos jóvenes y mayores no estaba en consonancia con la Convención Europea de Derechos Humanos que Suiza había ratificado. La “casa de la otra Suiza” Encarcelados pese a ser inocentes, los afectados no fueron rehabilitados, y al principio callaron por vergüenza. “Teníamos el estigma de ‘presos’, aun- que nunca fuimos delincuentes”, dice Ursula Biondi, de 69 años. Siendo una mujer joven, fue encarcelada para ser reeducada en el correccional de Hin- delbank —un “internamiento admi- nistrativo” como solía decirse en el ámbito burocrático (véase página 14)—. Después del cambio de siglo, al- gunos valientes como Biondi empe- zaron a contar sus historias, los me- dios se hicieron eco y el asunto llegó finalmente a la agenda política. Entre Sociedad
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