Panorama Suizo 1/2020

Panorama Suizo / Enero de 2020 / Nº1 13 Sociedad MIREILLE GUGGENBÜHLER Brigitte Schökle está sentada en la sala de reuniones de la Walkerhaus, una llamativa casa de ladrillos de 120 años de antigüedad, en el centro de Berna. Frente a ella viene a sentarse Tanja Jo- seph, con la cara vuelta hacia la luz, para que Brigitte Schökle la vea bien. Tanja Joseph es intérprete de la lengua de signos y está allí para trabajar, pues Brigitte Schökle es sorda. Esta mujer de 50 años es Directora de la Comuni- dad de Intereses de Personas Sordas y con Discapacidad Auditiva (IGGH), una asociación activa en el cantón de Berna, en la parte germanohablante de Friburgo y en el Alto Valais. Siem- pre que Brigitte Schökle se reúne con personas que oyen, necesita una intér- prete. Al igual que todos los asalariados sordos, dispone de 1 778 francos men- suales para servicios de interpretación en su puesto de trabajo. La ley suiza so- bre el seguro de invalidez les garantiza esta prestación. Pero este importe no permitemucho diálogo: “Da para unas diez horas de interpretación; es muy poco”, afirma Brigitte Schökle. Este ejemplo ilustra el mayor pro- blema de las personas con discapaci- dad auditiva: el difícil acceso a la co- municación. Este problema no se La lengua de signos, otrora prohibida, ahora va viento en popa En Suiza viven casi un millón de personas con discapacidad auditiva, muchas de las cuales no pueden participar en la vida social sin un intérprete de la lengua de signos. Por eso, el Consejo Federal plantea la posibilidad de otorgar reconocimiento jurídico a esta lengua. La lengua de signos no es un simple palia- tivo, afirma Brigitte Schökle; “es una ver- dadera lengua”, con su propia gramática y su propia sintaxis. Foto Danielle Liniger.

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