Panorama Suizo 1/2020

Panorama Suizo / Enero de 2020 / Nº1 7 relatan con detalle, junto con los de otras muchas personas, en el libro de Balz Spörri, René Staubli y Benno Tu- chschmid. Durante cuatro años, es- tos periodistas llevaron a cabo minu- ciosas investigaciones en archivos y bases de datos y entrevistaron a los descendientes de los prisioneros. El resultado es una lista de las víctimas comprobadas: 391 ciudadanos suizos fueron internados en los campos de concentración nazis; 201 de ellos pe- recieron allí. A esto se suman 328 pre- sos nacidos en Suiza, pero que nunca fueron ciudadanos suizos. 255 de ellos no sobrevivieron al interna- miento. Todos habían sido detenidos en Alemania o en zonas ocupadas, algo que ocurrió con mayor frecuen- cia en Francia, donde ya en aquel en- tonces vivían lamayoría de los suizos en el extranjero. Algunas de las víctimas suizas eran judíos, otras formaban parte de la resistencia o eran marginados. Los autores mencionan a las 391 víctimas como en un memorial: desde Abegg, Frieda, hasta Zumbach, Maurice. Si existen, también publican sus fotogra- fías. “En los campos de concentración eran números, en el Archivo Federal suizo son casos de indemnización”, escriben los autores; “este libro se propone convertirlos de nuevo en personas”. Falta de valor de las autoridades Algo que llama la atención es que tu- vieron que transcurrir 75 años para que se tomara conciencia de que hubo ciudadanos suizos internados en los campos de concentración. Aunque al- gunos sobrevivientes como René Pi- lloud contaron sus experiencias públi- camente después de la guerra y el Parlamento les concedió indemniza- ciones, aquello apenas despertó inte- rés en Suiza. Estas biografías brillan por su ausencia en las publicaciones de investigación histórica. Con la des- cripción de estos destinos, los perio- distas logran algomás que un lamento al cual todos podemos unirnos sin abandonar nuestra zona de confort. También se interrogan acerca del pa- pel que jugaron las autoridades suizas. Su conclusión es la siguiente: “Suiza podría haber salvado a docenas de vi- das si hubiera actuado conmás valor y decisión”. Naturalmente, “siempre esmás fá- cil” decir esto cuando ya han trascu- rrido varios decenios, afirma el coau- tor Balz Spörri en una conversación con Panorama Suizo . Para juzgar los hechos a posteriori , hay que tomar en cuenta lo que sabían los actores de en- tonces, así como el margen de acción del que disponían a lo largo de las dis- tintas fases. El libro describe con de- talle la reacción de los políticos y de los medios de comunicación ante los campos de concentración nazis. A pe- sar de que existían indicios, durante mucho tiempo los campos de concen- tración no se consideraron como cam- pos de exterminio. Ciudadanos de segunda clase Todavía en 1942, Heinrich Rothmund, jefe de la policía de extranjería federal, presentó un informe complaciente so- bre su visita al campo de concentra- ción de Sachsenhausen. El Consejo Fe- deral le creyó de buena gana. Los autores no encontraron ningún indi- cio de que “antes de 1944 el Consejo Federal se hubiera ocupado del tema de los campos de concentración o de los prisioneros suizos que había en ellos”. Fueron diplomáticos valerosos, como el enviado suizo en Berlín, Paul Dinichert, quienes consiguieron la li- bertad de algunos prisioneros suizos. Sin embargo, tras la ocupación de Francia por Alemania, Berna aconsejó prudencia a sus diplomáticos y algu- nos, como el sucesor de Dinichert, Hans Frölicher, acataron escrupulosa- mente la consigna, temiendo que Hit- ler pudiera invadir Suiza si le enfure- cían. Cabe recalcar que Frölicher era Mina Epstein nació y creció en Zúrich y fue asesinada en Auschwitz. Esta mu- jer judía aparece aquí junto con su esposo en Amberes, Bélgica. Cuando bus- có refugio en Suiza, fue rechazada en la frontera. El motivo fue que, según su documentación, no era suiza. En 1942, la peluquera zuriquesa Nelly Hug fue detenida en Berlín por la Gesta- po, junto con su novio. Sobrevivió a las torturas del campo de concentración de Ravensbrück. En la foto aparece con el uniforme de prisionera planchado. Amante de la vida, la joven profesora de baile suiza Marcelle Giudici-Foks en una playa de Royan, en la costa atlántica francesa. En 1944, poco después de dar a luz, fue deportada a Auschwitz por ser judía y allí fue asesinada.

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