Panorama Suizo 5/2020

Panorama Suizo / Septiembre de 2020 / Nº5 16 Literatura Estos textos tratan de la utilidad de la bicicleta para la crea- ción literaria, de la suerte de poder viajar en el vagón res- taurante, del bufé de la estación de trenes de Berna, de las virtudes del tabaco, de una domadora desnuda o de lo ex- trañas que son las máquinas que hablan. A su agudo sen- tido de la observación y a su virtuosismo lingüístico se su- man siempre un humor y una inteligencia que confieren a las aparentemente inocuas palabras una gran profundidad y a menudo una sensación de anarquía. Este excéntrico ci- clista y malabarista de palabras siempre supo que no sólo sería recordado por sus escritos, sino también por la extravagancia de su persona. De lo contrario no le hubiera confiado a su amigo Ab- dulWahab estamisión, cuando es- taba retenido en Suiza en 1940 por motivos de guerra: “Cuando veas a los charlatanes, déjalos que pien- sen que sigo en París y que sólome he mudado a otro barrio. Quiero obligarlos a que inventen y difun- dan leyendas sobre la gente y a que demuestren que las debilidades de esa gente son, en realidad, sus pun- tos fuertes”. BIBLIOGRAFÍA Disponible en alemán: Charles-Albert Cingria, “Ja, jeden Tag neu geboren werden…” Erinnerungen, Glossen, Thesen, Polemiken. [”Sí, nacer de nuevo cada día. Recuerdos, glosas, tesis, polémicas”] Seleccionados y con un epílogo biográfico de Charles Linsmayer. Reprinted by Huber Nr. 18, Frauenfeld 2001. En francés: “Œuvres complètes” [“Obras completas”], en once tomos (1967–1978), y “nouvelle édition critique” [“nueva edición crítica”] en seis tomos (2011–2014), Editorial l’Age d’homme, Lausana. CHARLES LINSMAYER ES FILÓLOGO ESPECIALI- ZADO EN LITERATURA Y PERIODISTA EN ZÚRICH. CHARLES LINSMAYER El 19 de marzo de 1911 ocurrió en Ginebra una riña que dio de qué hablar a la ciudad durante semanas: frente a la igle- sia Saint-Joseph, el corpulento Charles-Albert Cingria, de 28 años, ofendido por una carta que había escrito su colega Gonzague de Reynold, de 31, propinó a su débil adversario un golpe que lo tendió en el suelo. Cingria, hijo de inmigrantes dálmatas, ya era apodado “el rabioso” en la escuela. Su propensión a la violencia, re- lacionada probablemente con su homosexualidad mante- nida en secreto, le causó constantes problemas. Pese a sus abstrusas ideas, fue un musicólogo e historiador incom- parable, cuyos escritos despertaron la admiración uná- nime de sus contemporáneos. Gracias a ello, cuando fue encarcelado en 1926 en Italia por pederastia, fue precisa- mente su enemigo Gonzague de Reynold quien lo ayudó a salir libre. “Talking Cingria” Charles-Albert causaba sensación, principalmente por sus textos breves, dispersos por todas partes y que se conocen actualmente como “ talking Cingria ”: esos relatos, siempre en primera persona y en presente, dan al lector la impre- sión de que su autor se dirige directamente a él. Su inme- diatez se debe a que suelen estar basados en vivencias per- sonales del autor durante sus viajes por toda Europa. A pesar de ser ginebrino, Cingria vivió entre 1915 y el 1. o de agosto de 1954, fecha de su muerte, en una habitación en París, punto de partida de sus viajes. Vestido excéntrica- mente como un típico dandi de su época, solía desplazarse en bicicleta. Viviendo en casa de amigos Tras la pérdida de la fortuna familiar, no le quedó más re- medio que alojarse en casa de amigos, para los que su lle- gada era siempre un evento tan pintoresco como especta- cular. Siempre llevaba en su bicicleta una bañera plegable de cuero, en la que tomaba un baño en la habitación que le asignaban, antes de sentarse a la mesa con sus anfitriones, usando su toalla de baño como turbante. Y en algún mo- mento se ponía a escribir sus textos cortos que, en el fondo, no son sino una conversación ininterrumpida con un inter- locutor imaginario. Cuando la bicicleta inspira la creación literaria El ginebrino Charles-Albert Cingria vivió 39 años en París. A través de sus textos breves, este incansable viajero documentó su época con una profundidad sin igual. “Repito que la bicicleta no es de ninguna manera indigna de un escritor. Muy por el contra- rio, es un gran estímulo para él. Este invento es, ante todo, her- moso y poético de por sí. Pero también por su manillar, alre- dedor del cual se enrolla cinta adhesiva de color amarillo azu- fre, al lado de cinta negra –bri- llante– y rojiza. La gente que no preste atención a estos as- pectos, por más que se exalte cuando se hable de arte, nunca prestará atención a los puntos culminantes de una tragedia griega”. De “Lob des Fahrrads” [Oda a la bicicleta], en: “Ja, jeden Tag neu geboren werden” [Sí, nacer de nuevo cada día], Huber, Frauenfeld 2001.

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