Panorama Suizo 2/2021
Panorama Suizo / Abril de 2021 / Nº2 19 “Panorama Suizo”: Señor Schneider, ¿cómo le va, a casi un año de haber iniciado la pandemia? Peter Schneider: No muy mal, pero esto es ante todo cuestión de suerte. Algunas de mis conferencias y lectu- ras se cancelaron, impartí mis clases en línea, lo que nomemolestó porque me ahorró muchos desplazamientos. En el consultorio, todo ha seguido igual y he podido escribir como he querido. Las restricciones no me afec- tan demasiado, ya que no suelo salir mucho de casa. ¿Y a Suiza, cómo le va? No podemos hablar de “Suiza” en ge- neral. No tienen la misma suerte que yo quienes trabajan en jornada redu- cida, han perdido su empleo o temen por su negocio: en su caso, natural- mente, la situación es distinta. No quiero decir que el país esté dividido en afortunados y desafortunados. Solo que no podemos partir de un “noso- tros” homogéneo. Habría que ver a quién le va muy mal y por qué. Suiza controló bien la primera ola; pero en la segunda, llegó a ser uno de los principa- les focos de contagio en Europa. Esto sorprendió a muchos. ¿A usted también? Sí. La primera ola y el confinamiento tenían todavía un cierto aire de cam- pamento scout. En la televisión suiza se mostraba a la gente aplaudiendo al personal sanitario o dando conciertos en los balcones. Eso tenía, sobre todo en un país como Suiza, un cierto sabor a aventura. Tras ver las conferencias de prensa del Consejo Federal, uno se sentía en buenasmanos. Pero después, mucho de lo que la población había apreciado de esta forma tan serena de manejar la pandemia, de pronto se vino abajo. ¿Por qué? Marcharonmal un sinfín de cosas. Re- sultó que ya en la primera ola se ha- bían cometido graves errores. Las au- toridades dudaban de la efectividad de las mascarillas; pero, en realidad, se trataba de una mentira piadosa, porque no había suficientes. A partir del verano se empezó a percibir que ciertos grupos de presión lograban imponer su voluntad obstinada por encima de la sensatez epidemiológica. No era posible realizar suficientes pruebas, los datos sobre los lugares de contagio a veces eran incoherentes, además no faltaron las querellas polí- ticas. Ahora, la gente no solo está fas- tidiada por las numerosas restriccio- nes, sino también por esa falta de orientación. Creo que se ha perdido mucha confianza. Con su sistema de salud pública de alta calidad, su gobierno estable, su bienestar generalizado, Suiza tiene condiciones favorables para combatir una pandemia. Sí, y durante el primer confinamiento pensé que estábamos en la Isla de los Bienaventurados –algo injusto, pero que da tranquilidad–. Pero luego me quedé asombrado. Con frecuencia defiendo Suiza cuando escucho críti- cas sobre lo que ocurre aquí, pues muchas son superficiales y se deben a la falta de información acerca de los mecanismos políticos. Pero en el caso de la pandemia, no puedo contrade- cirlas. ¿Por qué llegó Suiza a experimentar tantas dificultades? No lo sé exactamente. Hemos visto, sin duda, los peores aspectos del federa- lismo, aunque no quiero echarle toda la culpa. La mayoría política hizo un llamado a la responsabilidad indivi- dual, en un ámbito en que esto no tiene sentido. Combatir una pandemia es un cometido público. Cuando viajo de Zúrich a Berna, no me toca a mí pa- vimentar la carretera. El Consejo Federal se esforzó por encontrar una vía suiza para gestionar la pandemia. ¿No es eso legítimo? Haymuchas vías suizas queme gustan, aunque a fin de cuentas no me satis- face el desenlace político. Gracias al sistema actual, las decisiones cuentan al menos con amplio respaldo. En una pandemia, no todo es asunto de emer- gencia absoluta: también intervienen cuestiones políticas. Pero... ¿creer que se pueda encontrar una vía específica- mente suiza para negociar con un vi- rus? Siento decirlo, pero Suiza no puede negociar con el virus. ¿Se han priorizado los intereses económi- cos en detrimento de la protección a la vida “La primera ola tenía todavía un cierto aire de campamento scout”.
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