Panorama Suizo 3/2021
Panorama Suizo / Junio de 2021 / Nº3 22 Reportaje “sofisticado sistema de protección” que les permitiría congregar a “hasta ocho millones de personas”. Pero en defini- tiva, organizaron el festival para que, los días 27 y el 28 de febrero de 2021, éste no se celebrara. Así sonaría igual que todo el sector musical suizo en la actualidad: absolutamente mudo. A pesar del carácter fantasmagó- rico del festival, no menos de 35 000 fans terminaron pagando hasta cien francos por una entrada. Confiaron en un simple plan comercial: al final no quedaría nada en la caja, todos los in- gresos se repartirían entre losmúsicos y el personal técnico necesario en cualquier festival. La entrada no per- mitía ingresar a ninguna parte. Solo garantizaba pura imaginación y año- ranza de cultura presencial. Trabajo de oficina en vez de actuación en el escenario ¿Y cómo se tomaron los músicos el fes- tival? Una participante sin escenario fue, por ejemplo, la mezzosoprano , au- tora y compositora Stephanie Szanto. Para ella, no solo este festival fue total- mente ficticio, sino también cualquier actuación durante los doce meses an- teriores: su “agenda totalmente llena” pasó a ser “totalmente vacía”. Para esta artista freelance que solía actuar en una amplia gama de escenarios, la pandemia fue “una catástrofe total”: “Me sentí completamente desampa- rada”, dice Szanto. De la noche a lama- ñana se derrumbaron importantes pi- lares de suvida en los ámbitos humano, artístico y material. Se pierden todas las perspectivas, dice Szanto, más aún porque la congelación de la vida cul- tural “acaba con cualquier inspiración, desemboca en un vacío paralizante”. De repente, la vida cotidiana se llena de angustias meramente materiales: “¿Cómo pagaré el alquiler?” Documen- tarmeticulosamente las solicitudes de ayuda por pérdida de ingresos se con- vierte en un trabajo de tiempo com- pleto frente a la computadora: “No queda energía para la creatividad”. Cunde la preocupación en el rock Otro participante que no estuvo ni un segundo en el escenario del Ghost Fes- tival fue el grupo bernés de rumpelrock “Kummerbuben”, que ha tocado en muchos festivales reales de renombre. Para este grupo también fue un año prácticamente sin conciertos, deplora Urs Gilgen (guitarra, banjo, mando- lina). Aunque otros afirman que el año de la pandemia los inspiró, éste no ha sido su caso, comenta Gilgen: “Somos un grupo que necesita sentirse viento en popa, que necesita objetivos con- cretos. ¿Para qué íbamos a ensayar?” Además, no querían hacer “música de pandemia”: “Nos parece totalmente innecesario”. Gilgen deplora lo depri- mente que es vivir en la constante in- certidumbre: cuando un concierto se posterga dos, tres o cuatro veces para una fecha cada vezmás tardía, “te pre- guntas si vale la pena seguir buscando una enésima fecha alternativa”. La oscuridad al final del túnel Postergar, aplazar, aguardar: mientras tanto, el tiempo vuela. Desde hacemu- cho, la mezzosoprano Stephanie Szanto ya no habla de un año perdido, sino de varios. Todo el sector cultural ha su- frido enormes daños. Y como, además, se reducen los subsidios públicos a la cultura, cabe preguntarse si los esce- narios, los organizadores de concier- tos y los festivales (no ficticios) podrán Stephan Eicher era una de las grandes figuras del Ghost Festival. El Día D per- maneció totalmente “desconectado”. Foto Keystone La mezzosoprano Stephanie Szanto fue una de las 300 voces mudas del Ghost Fes- tival. Foto puesta a disposi- ción de la revista
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