Panorama Suizo 2/2022

Panorama Suizo / Abril de 2022 / Nº2 23 El imponente cubo diseñado por Chipperfield, con su fachada calada por toda una serie de esbeltas láminas. Foto Keystone mayor fábrica dematerial bélico de Suiza, mientras que él mismo llegó a ser el ciudadano más rico del país. Bührle, naturalizado en 1937, cultivaba magníficas relaciones comerciales hasta con los más altos representantes de la Alemania nazi y, después de 1945, fue lo suficientemente flexible como para adaptar sus negocios a las condiciones de la guerra fría, suministrando material bélico a todas las regiones en crisis del mundo –aunque no siempre de manera legal, como se ha demostrado–. Bührle, que había sido estudiante de Bellas Artes, invirtió su fortuna procedente del negocio de armas en obras de arte (entre otras cosas). Sacó provecho del mercado del arte de posguerra, que rebosaba de cuadros de los que los galeristas y coleccionistas judíos habían sido despojados. De ahí la sospecha que se cierne sobre la colección, de que se trate de obras de arte robadas. Bührle se había asegurado una estrecha relación con la élite zuriquense amante del arte, financiando una primera fase de ampliación del Kunsthaus. Una colección guardada en la sombra Tras la repentina muerte de Bührle en 1956, su imponente colección, administrada por la fundación que lleva su nombre, permaneció en la sombra durante varios decenios, en una residencia particular de las afueras de Zúrich. Solo en 2008, un robo de obras de arte en la residencia, mal vigilada, hizo tomar conciencia al público del incalculable –e inasegurable– valor de los cuadros de Bührle. En 2012, los habitantes de Zúrich votaron por cofinanciar con dinero público la ampliación del Kunsthaus, por valor de 75 millones de francos. Y aunque los oscuros orígenes de la colección Bührle que se exhibiría en el nuevo edificio ya eran de conocimiento público, en esemomento el asunto apenas fue objeto de debate. ¿Un museo contaminado? En marzo de 2022 se cumplirán veinte años desde que la Comisión Bergier publicara su informe final sobre los bienes patrimoniales que llegaron a Suiza durante la Segunda Guerra Mundial. La labor de los historiadores ha agudizado notablemente la sensibilidad de la opinión pública ante la implicación de Suiza en los crímenes nazis. Pero cabe preguntarse por qué la controversia en Zúrich en torno a los orígenes de la colección Bührle solo ha estallado ahora que los cuadros ya están colgados en el nuevo edificio del Kunsthaus. Muy interesante a este respecto es la tesis que sostiene el historiador Erich Keller en su libro Corine Mauch: “El debate sobre Bührle nos sienta bien”

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