Panorama Suizo 4/2022

STÉPHANE HERZOG En Develier, un pueblito a cinco kilómetros de Delémont, el cielo está bajo y encapotado. Noël Saucy espera en la puerta de su casa. Nos da la bienvenida con un apretón de manos y una franca sonrisa. Los Saucy trabajan aquí desde hace cinco generaciones. En 2002 invirtieron en una granja adicional, situada 200 metros más arriba. Allí descubrimos un cobertizo de 180 metros cuadrados y cuatro metros de altura, donde viven 2 000 gallinas ponedoras. A un costado, la esposa de Noël, Agnès Saucy, controla y limpia los huevos que llegan en una cinta transportadora. Cada huevo es fechado y marcado con un cero: este dígito señala que procede de una explotación que respeta la normativa de Bio Suisse. La producción diaria se sitúa entre 1 600 y 1 900 huevos, que se venden a un mayorista a 47 céntimos la unidad. Los Saucy abandonaron la agricultura convencional en 2002, cuando la quesería del pueblo estaba a punto de pasar a la producción biológica. La transición duró dos años. Su granja ya contaba entonces con unas 1 000 ponedoras. En 2007, ya eran 3 000 gallinas, distribuidas en dos criaderos. Una explotación biológica puede tener un máximo de 4 000 gallinas, y un solo gallinero no más de la mitad. En la cría convencional, en cambio, se permiten 18 000 ponedoras en un mismo gallinero y 27 000 pollos de engorde, de hasta 28 días de vida. “La cría biológica es más exigente. Estamos orgullosos de haber conseguido este cambio. Hemos vuelto a cobrar conciencia de ciertos aspectos relacionados con la naturaleza”, resume Noël Saucy, cuyos productos pueden encontrarse en los mostradores de Migros. Sin embargo, esto no impide que este campesino de 57 años se oponga a la iniciativa contra la cría intensiva, sobre la que la población suiza votará el 25 de septiembre. “Si todo el mundo pasa a lo biológico, nuestros productos ya no se distinguirán de los demás”, argumenta Noël Saucy, quien no comparte la opinión de Bio Suisse. En el centro del debate: el pienso y la dignidad animal En la granja de la familia Saucy, las condiciones de vida de las gallinas ponedoras contrastan singularmente con las que conocían las gallinas criadas en baterías, hasta la prohibición de esta práctica en Suiza, en el año de 1992. Aquí, las aves se desplazan libremente dentro de una pajarera y ponen sus huevos en ponederos protegidos de la luz. Picotean en un cobertizo protegido del sol y tienen acIniciativa contra la cría intensiva: el debate se extiende a las granjas orgánicas Apoyada por la fundación Franz Weber y Greenpeace, la iniciativa contra la cría intensiva pide que se adopten como normativa los criterios de Bio Suisse. Los granjeros están divididos, incluso los del sector orgánico. A continuación, un reportaje en el Jura. ceso a un corral exterior, cuyo piso está cubierto con virutas de madera. Cuando hace buen tiempo pueden retozar por un pasto donde encuentran sombra debajo de los saúcos y árboles frutales. Las gallinas son productivas durante once meses antes de ser sacrificadas y sustituidas por aves de 18 semanas de edad. En la granja de los Saucy, el terreno del pasto debe ser lo suficientemente amplio para ofrecer un espacio de cinco metros cuadrados por cada pollo. La cría convencional solo prevé la mitad de esta superficie. Aquí, la alimentación se ajusta a las normas de la agricultura biológica y el estiércol de los pollos se reutiliza como abono. “Desde hace veinte años no utilizamos un solo kilo de fertilizante comercial para nuestros campos”, se alegra nuestro granjero, en cuya finca pastan también 45 vacas lecheras. El pienso se produce en la misma granja. Entre otras reivindicaciones, la iniciativa pide que los animales de granja dispongan de suficiente espacio vital y se garanticen adecuadas condiciones de cría. Aquí, gallinas en la granja ecológica de los Saucy. Foto Stéphane Herzog Panorama Suizo / Agosto de 2022 / Nº4 26 Política

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