THEODORA PETER Más de seis meses después de la invasión rusa a Ucrania, no cesan los horrores de la guerra en pleno corazón de Europa y muchos ciudadanos ucranianos han visto desvanecerse su esperanza inicial de retornar pronto a su patria. En Suiza, los refugiados ya se preparan para una estancia más prolongada. Quienes encontraron cobijo en la localidad bernesa de Mittelhäusern (ver Panorama suizo 3/2022) también están reorganizando sus vidas. Entretanto, algunos de ellos han podido mudarse de la casa de su familia anfitriona a un piso de alquiler. La mayoría de los refugiados ya se han aclimatado a la vida cotidiana en Suiza; sus hijos acuden a la escuela y la comunicación es cada vez más fácil. Sin embargo, el idioma sigue siendo una importante barrera a la hora de buscar trabajo. De los 60 000 refugiados ucranianos en Suiza, unos 33 000 están en edad de trabajar. Hasta este verano, solo un diez por ciento de ellos han encontrado un empleo. Este bajo porcentaje también tiene que ver con que el 80 % de los refugiados que pueden trabajar son mujeres: muchas tienen niños en edad preescolar, que requieren sus cuidados. Según una encuesta del instituto de investigación Sotomo, realizada en julio, más de la mitad de las empresas encuestadas declararon estar interesadas, en principio, en contratar a ucranianas y ucranianos. Sin embargo, manifestaron su deseo de que la Confederación diera mayor impulso a los cursos de idiomas, con el fin de reducir las barreras que obstaculizan su integración en el mercado laboral. Asimismo, los posibles empleadores exigen seguridad en cuanto a los permisos de residencia y trabajo de los interesados, cuyo estatus de protección “S”, que se les otorgó por un año, vencerá en primavera de 2023. Menos calefacción y menos consumo eléctrico La guerra en Ucrania afecta el suministro energético de toda Europa: Rusia está usando sus reservas como medio de presión y ha reducido drásticamente el suministro de gas natural a Occidente. Para el próximo invierno, se prevén dificultades de abastecimiento en muchos países, incluida Suiza, donde 20 % de los hogares se calientan con gas. El gas también juega un papel importante en la producción de electricidad y el funcionamiento de las plantas industriales. Además, Suiza depende de las importaciones de electricidad, en invierno; pero resulta que la energía escasea en todas partes. La Confederación y el sector energético confían, por lo pronto, en los llamamientos a reducir el consumo energético: dúchese en lugar de bañarse, baje la calefacción, tienda la ropa en lugar de usar la secadora y apague por completo los aparatos que estén en modo de espera. Con estas medidas voluntarias el consumo podría reducirse entre un 10 y un 20 %. Pero tampoco está excluido que el Estado imponga una temperatura máxima en los edificios públicos y el apagado del alumbrado en las calles. Si todas estas medidas resultaran insuficientes, podría haber incluso un racionamiento de gas y electricidad en los hogares y la industria; y en el peor de los casos, el Consejo Federal podría poner en servicio centrales eléctricas de reserva que, en caso de emergencia, también puedan usar petróleo en lugar de gas. La larga sombra de la guerra Para los más de 60 000 refugiados de Ucrania en Suiza, se ha disipado la esperanza de volver en breve a su patria, acosada por la guerra. Las consecuencias de esta guerra también se perciben entre la población suiza, sobre la que se cierne la amenaza de recortes de energía para el próximo invierno. En Suiza, la bandera ucraniana forma parte de la vida cotidiana: pocas son las escuelas que no hayan acogido a niños ucranianos. En la foto: escena captada en la escuela Landhaus, de Herisau (AR). Foto Keyston Panorama Suizo / Octubre de 2022 / Nº5 Política 9
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