SUSANNE WENGER En el invierno de 1944/1945, la ciudad de Budapest, ocupada por las tropas alemanas, fue escenario de encarnizados combates. Cada vez que sonaban las alarmas, Agnes, de seis años, apretaba fuertemente su muñeca contra el pecho y bajaba corriendo con su madre a refugiarse en el oscuro y húmedo sótano. “Después de Navidad, nos quedamos allí durante dos meses, porque ya no era seguro permanecer arriba, en la casa”, recuerda Agnes Hirschi. Agnes tiene ahora 85 años y vive cerca de Berna. Es una de las más de veinte personas retratadas en el nuevo libro The Last Swiss Holocaust Survivors. Sin embargo, tal y como ella recalca, su destino no es comparable al de los supervivientes de los campos de concentración: “Yo fui una privilegiada, porque tanto mi madre como yo encontramos amparo”. Este amparo lo encontraron en la persona de Carl Lutz, vicecónsul de la embajada suiza en Budapest desde 1942. El sótano se hallaba en su residencia, en la que la pequeña Agnes y su madre Magda Grausz ocupaban una vivienda de servicio. La madre, una joven húngara judía, trabajaba como ama de llaves en la embajada. Al contratarla, Lutz protegió a madre e hija de la persecución de los nazis y de los fascistas húngaros. Tras la guerra, Lutz pasó a ser padre adoptivo de Agnes, ya que su madre y él se enamoraron y contrajeron matrimonio en 1949. Fueron segundas nupcias para ambos. Valor contra la barbarie La pequeña familia se trasladó a Berna. Agnes aprendió alemán, fue a la escuela, realizó una formación comercial, fundó su propia familia, trabajó como periodista en el Berner Zeitung y, más Lo prometió junto al lecho de muerte de su padre adoptivo... Siendo una niña, la bernesa Agnes Hirschi logró sobrevivir al holocausto en Hungría gracias a la ayuda del diplomático suizo Carl Lutz, quien después se casaría con su madre. Ella se propuso recordar este rescate sin parangón, al mismo tiempo que los crímenes del nacionalsocialismo. “Yo fui una privilegiada, porque mi madre y yo encontramos amparo”, cuenta la superviviente del holocausto Agnes Hirschi, de 85 años. Foto Danielle Liniger tarde, participó activamente en la iglesia reformada. Durante décadas mantuvo en secreto que provenía de una familia judía y que había escapado del holocausto en Hungría. Ella misma tardó algún tiempo en darse cuenta de la magnitud de la labor realizada por su padre adoptivo, quien no solo les salvó la vida a Agnes y su madre, sino también evitó que unos 50 000 judíos húngaros fueran deportados, fusilados o enviados a marchas de la muerte. El vicecónsul aprovechó la circunstancia de que su oficina representaba los intereses de Gran Bretaña y, por tanto, era responsable de la emigración a Palestina. Tras la invasión nazi de Hungría, en marzo de 1944, muchos judíos aterrorizados se apiñaban ante el edificio conocido como la “casa de cristal”. El diplomático se estrujó el cerebro para lograr una forma de ayudarlos. Tras un par de días de lucha interior, puso su conPanorama Suizo / Mayo de 2023 / Nº3 22 Sociedad
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