Panorama Suizo 4/2023

EVA HIRSCHI “Se trata de un tema tabú”, nos confía Carmen Simon, Directora del museo regional Chüechlihus de Langnau, en el valle de Emmental (BE). “Sin embargo, el hecho de que un museo tenga que desprenderse de algunas de sus piezas no es nada nuevo”. Esto no debería sorprender a nadie, ya que ningún museo puede coleccionar sin límites. Especialmente en un museo regional, donde la gran mayoría de objetos procede de donaciones, puede que algunos objetos se repitan y que otros estén dañados. Llega el día en que las estanterías se llenan. “Por consiguiente, cuidar una colección significa no solo reunir objetos, sino también deshacerse de algunos de ellos”, afirma Carmen Simon, de 37 años, que asumió la dirección del museo en 2021. Los museos deben revisar regularmente sus inventarios y, si es necesario, deshacerse de determinadas piezas. A este proceso se le conoce como “desaccesión”. Espíritu pionero en el Emmental El Chüechlihus de Langnau, uno de los mayores museos regionales de Suiza, adopta un planteamiento innovador: gracias a un proyecto único en Europa, y quizás en el mundo, permite que la población decida de qué objetos debe desprenderse el museo y qué ocurrirá con ellos. “Consideramos que los habitantes del valle de Emmental deben tener la oportunidad de participar en el destino de su legado cultural”, explica Carmen Simon. El concejo municipal dio luz verde: “Los motivos saltan a la vista: un museo no necesita veinte bastones ni doce ruecas”, afirma el responsable de cultura, Martin Lehmann. Un museo despeja sus estanterías Sombreros, cuellos de camisa y tirantes: en el valle de Emmental, un proyecto pionero brinda a la población local la posibilidad de decidir de qué objetos se desprenderá su museo regional y qué destino se les dará. Así se democratiza un proceso conocido en todo museo: la desaccesión, es decir, la reducción de la propia colección. Sombreros de copa y camisones, delantales y cuellos de camisa, trajes regionales y pañuelos: en una primera etapa, más de 2 000 piezas textiles fueron descartadas por la dirección del museo, en concertación con el llamado “Consejo de Objetos”, que reúne a representantes del museo, de las autoridades administrativas y políticas, así como a cinco ciudadanos de Langnau elegidos por sorteo. Jacqueline Maurer, de 36 años, es una de ellos: “Acepté enseguida, entusiasmada por participar en este proceso”. La selección de objetos se debatió en reunión; al mismo tiempo, todos los ciudadanos de Langnau (residentes dentro o fuera del municipio) pudieron manifestar su opinión a través de una votación en línea organizada en el sitio web www.entsammeln.ch. Para ello, todos los objetos se fotografiaron y publicaron en la página web; además, se expusieron en la planta superior del museo, donde un código QR permite acceder a la descripción de cada vestido, sombrero o abrigo. “La idea es que la población se involucre activamente en el proceso. Y el hecho de que aquí, a diferencia de otros museos, los objetos incluso puedan tocarse, refuerza aún más esta relación”, afirma Carmen Simon. No faltan las voces críticas Esta forma democrática de tomar decisiones también da lugar a críticas. “Al principio había muchos escépticos, sobre todo en los círculos museísticos”, dice Simon. Ante el escepticismo, aplicamos transparencia: en la página web, todo el proceso está claramente documentado. Y aunque las directrices del Consejo Internacional de Museos exigen, entre otras cosas, que un Desde muebles antiguos hasta textiles históricos, pasando por vajillas de antaño, todo debe desaparecer. Fotos Andreas Reber, Eva Hirschi Panorama Suizo / Agosto de 2023 / Nº4 13

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