Panorama Suizo 4/2024

Olga recuerda cómo era Campo a principios de los años 1960, cuando ella tenía unos 20 años. Entonces, el pueblo aún tenía su propia escuela, y las familias aún criaban vacas. Los campesinos murieron; sus hijos aprendieron algún oficio en Locarno, donde luego se casaron. “He visto morir a Campo: las puertas se cierran y no vuelven a abrirse, salvo en verano”, lamenta Olga. No ve futuro para el valle. Por su parte, el alcalde Mauro Gobbi hace lo posible por revivir el pueblo. Lo primero que nos menciona es la frana, un corrimiento de tierras que amenazaba con engullir Campo. En los años 1980 y 1990 se realizaron obras titánicas para estabilizar el suelo. “¡Vengan a vivir aquí!” El ayuntamiento decidió bajar los impuestos locales y está renovando algunos edificios, por ejemplo, la escuela de Cimalmotto (en lo alto de Campo), donde se arriendan tres departamentos como residencias secundarias. Estas obras han atraído a jubilados, aunque no a familias. En Niva, donde vive Mauro Gobbi, la burguesía local confía en que se renovará la antigua escuela, que cerró sus puertas en 1967. Tiene cabida para dos departamentos, en los que se podría vivir “incluso en invierno”, opina el alcalde, que también critica la ley Weber: en su opinión, esta ley complica mucho las labores de renovación. Con la Covid se inauguró la era del trabajo a distancia: un abogado de Lugano, por ejemplo, trabaja en Cimalmotto parte del año. Mauro Gobbi, por su parte, acaba de hacer un llamamiento para que la gente venga a vivir aquí, en lo alto de la montaña. Siempre es posible convertir una residencia secundaria en vivienda permanente. Volviendo a la naturaleza Vivir a proximidad de los lobos, en medio de un paisaje digno del “Señor de los Anillos”, es la aventura que la familia Senn, con sus seis hijos, emprendió a finales de los años 1980. Estos hippies oriundos del cantón de Zúrich se establecieron en un terreno ubicado en Munt la Reita. En estos pastos abandonados, en los que había tres pequeños establos, se levanta ahora una granja biológica que produce, principalmente, queso y carne. Aquí se alojan senderistas, estudiantes y trabajadores voluntarios. Los visitantes pueden pernoctar en una yurta instalada en una colina, debajo de una carpa o en pequeñas cabañas de madera. En la noche, el murmullo del río Rovana ayuda a conciliar el sueño. Y durante el día, uno puede ir a recolectar hierbas aromáticas o subir a los pastos alpinos de Magnello, a unos 1 800 metros de altitud. La reina de estas tierras se llama Verena. Antes trabajaba de bibliotecaria, pero aquí se ha convertido en una campesina. Markus, fallecido en 2022, era tipógrafo. Aquí lo ha construido todo con sus propias manos, con la ayuda de amigos y familiares. Estos pioneros convirtieron sus sueños en realidad: “Cultivar la tierra de forma ecológica y mostrar a nuestros hijos cómo es la vida real”, explica Verena Senn. En un principio, los vecinos se burlaban de ellos. Vivían en la casa parroquial de la iglesia de Campo. Samuel Senn, que se quedó en la montaña con sus hermanos Eli y Luca y su hermana Gabriela, se ríe: “Hacía mucho frío, ¡pero nosotros lo aguatamos todo!”. (SH) El alcalde Mauro Gobbi (arriba, izquierda) tiene la esperanza de que el pueblo renazca; Olga habla de la aldea que vio morir (derecha); Vincenzo Pedrazzini (abajo) confía en las inversiones para revivir el pueblo. Fotos Stéphane Herzog Samuel Senn Verena Senn Panorama Suizo / Julio de 2024 / Nº4 28 Reportaje

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