gante agrícola Fenaco, entre otros. De ahí que este también se beneficie como proveedor del sistema de subvenciones agrícolas. Por otro lado, los precios a los que los agricultores venden a los distribuidores o a supermercados como Migros y Coop son demasiado bajos, y esto obliga a los campesinos a compensarlos con los fondos estatales que, en realidad, están destinados a cumplir los requisitos ecológicos. Algunos de los miembros más críticos del lobby agrícola han identificado el problemático papel que desempeñan la agroindustria y los supermercados. Uno de ellos es Kilian Baumann, Consejero Nacional de los Verdes y Presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores, quien a menudo adopta un punto de vista diferente al de la Unión Suiza de Campesinos. Baumann critica la creciente carga administrativa y los bajos precios al productor, pero también el “fracaso de la política agraria que se viene aplicando desde hace varios decenios”, de la que la Unión de Campesinos es en parte responsable. Para Baumann, Unión Suiza de Campesinos, la fuerza política detrás de la multimillonaria financiación del sector agrícola, admite que el apoyo financiero ha generado una montaña de burocracia casi imposible de entender y que urge “racionalizar y simplificar”. Las normas y leyes que regulan los flujos financieros ocupan miles de páginas, y los trámites de autorización y control son sumamente engorrosos. Atrapados entre proveedores y compradores A pesar de esta evidente pérdida de eficiencia, lo cierto es que la Confederación canaliza cada vez más dinero hacia cada vez menos agricultores. Entonces, ¿por qué sus cuentas están cada vez más en números rojos? ¿Y por qué se está incumpliendo el objetivo básico de elevar la autosuficiencia neta de Suiza en productos agrícolas por encima del 50 %? A este respecto, Patrick Dümmler, economista del think tank liberal “Avenir Suisse”, señala que los agricultores dependen demasiado de las subvenciones. Considera que hay demasiado dinero en el sistema, en lugar de demasiado poco. El problema, según Dümmler, es que los agricultores “están atrapados entre proveedores y compradores”. Si bien es cierto que los agricultores reciben subvenciones, las utilizan para comprar semillas, fertilizantes, piensos y maquinaria al giLa Confederación canaliza cada vez más dinero hacia cada vez menos agricultores. Entonces, ¿por qué sus cuentas están cada vez más en números rojos? ¿Y por qué se está incumpliendo el objetivo de elevar la autosuficiencia de Suiza? está claro que el lema promovido por el Estado, de “cada vez más producción, en forma cada vez más intensiva y en explotaciones cada vez más grandes”, conduce a un callejón sin salida. La agricultura intensiva provoca la contaminación por nitrógeno de las aguas subterráneas y el agua potable, mientras que el uso de pesticidas favorece la pérdida de biodiversidad. La difícil situación de los agricultores, opina Baumann, no se debe en absoluto a la nueva legislación verde. Al contrario, urge adoptar normas medioambientales más estrictas. La producción de alimentos está sujeta al mercado, mientras que la ecología está regulada por el Estado. Las subvenciones son medidas destinadas a corregir los mecanismos del mercado. En estas aguas turbias se encuentran los agricultores suizos. Y a pesar del poderoso lobby agrícola, se sienten impotentes. “En otoño volveremos a hacer balance”, dice Urs Haslebacher. Si nada mejora, él y sus colegas volverán a sus tractores. La próxima protesta podría llevarlos hasta el Palacio Federal de Berna. Además de a los agricultores, las subvenciones también benefician a los fabricantes de fertilizantes y piensos, así como a los comerciantes minoristas. Fotos Keystone La agricultura intensiva y altamente mecanizada conduce a un callejón sin salida, advierten los políticos ecologistas. Foto Keystone Panorama Suizo / Julio de 2024 / Nº4 7
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