Ampliar la red de autopistas: ¿una falsa buena idea? Suiza se propone invertir 5 300 millones de francos en ampliar su red de autopistas. Con ello pretende reducir los atascos. Sin embargo, los detractores del proyecto opinan que la construcción de carreteras incrementará aún más el tráfico. El 24 de noviembre de 2024, los electores decidirán sobre el controvertido empréstito destinado a este proyecto. La autopista A1 cerca de Grauholz: la actual carretera de seis carriles se ampliará a ocho, a costa de las tierras de cultivo del fondo. Foto Keystone El 10 de mayo de 1962 se inauguró en Grauholz el primer tramo de la actual autopista A1. Ese día lluvioso, una multitud de curiosos se congregó para presenciar la inauguración, pese a la falta de vallas de contención. Imagen de archivo Keystone THEODORA PETER Desde hace sesenta años, varios ejes de autopistas atraviesan Suiza de este a oeste y de norte a sur. Uno de los tramos más antiguos es la autopista A1 que discurre junto al Grauholz, a las afueras de Berna. Hasta los años setenta, por ella transitaban 16 000 vehículos al día; ahora son unos 100 000, por lo que el tráfico se paraliza en las horas punta. En los años noventa se amplió el tramo a seis carriles, y en el futuro los automóviles y camiones podrán utilizar incluso ocho carriles en la zona de Grauholz. La ampliación prevista en este sector es solo uno de los seis proyectos que se beneficiarán de la partida total de 5 300 millones de francos destinada a las carreteras nacionales. Está prevista la ampliación de otras autopistas, como la del lago Lemán, así como un nuevo túnel bajo el Rin en Basilea y túneles adicionales cerca de San Galo y Schaffhausen. A esta “desenfrenada expansión de las autopistas” se opone una alianza de cuarenta organizaciones y partidos ecologistas. Han lanzado con éxito un referendo contra el empréstito aprobado por el Parlamento, por lo que se celebrará una votación popular el 24 de noviembre de 2024. “Construir carreteras para evitar los atascos es un concepto que data del siglo pasado”, afirma la Consejera Nacional de los Verdes, Franziska Ryser (SG). Es Copresidenta de la asociación “actif-trafiC”, cuyo objetivo es replantear por completo el transporte privado motorizado. En lugar de invertir en “monstruosos proyectos alimentados con combustibles fósiles”, sería mejor invertir el dinero público en trasferir el tráfico de la carretera al ferrocarril, subraya Ryser. La paradoja del huevo y la gallina Para los detractores del proyecto, las autopistas atentan contra el clima: no solo porque el tráfico rodado es responsable de alrededor de un tercio de las emisiones de CO2, sino también porque las ingentes cantidades de hormigón y acero que requiere la construcción de carreteras también generan nocivos gases de efecto invernadero. A ello hay que agregar la contaminación acústica y la degradación de valiosas tierras de cultivo. En el caso de los planes de ampliación del tramo de Grauholz, la Asociación de Agricultores de Berna también está haciendo campaña contra la pérdida de varias hectáreas de tierras agrícolas. Los opositores al proyecto plantean básicamente que construir más carreteras o ensanchar las existentes solo alivia la congestión a corto plazo. Es más, un aumento de la capacidad crea falsos incentivos y, por ende, provoca nuevos atascos a largo plazo. Según los expertos, es difícil responder a la pregunta de si más carreteras conducen realmente a más tráfico. Para Carsten Hagedorn, catedrático de Planificación del Transporte de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Suiza Oriental, se trata de la paradoja del huevo y la gallina: “¿Qué fue primero: el tráfico o la carretera?”. Al fin y al cabo, las carreteras se construyen donde hay demanda, declaró Hagedorn a Radio SRF. Las nuevas carreteras reducen el tiempo de traslado: “A la hora de optar entre el coche y otro medio de transporte, el factor tiempo juega un 14 Política
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