La promesa de la Transjurane El largo descenso desde el altiplano de Franches-Montagnes brinda al ciclista la oportunidad de reflexionar sobre la imagen del Jura. En la estrecha y profunda garganta de Pichoux, en la que apenas cabe la angosta carretera erosionada por el tiempo, sopla un cálido viento que se eleva desde la llanura más risueña y densamente poblada entre Bassecourt y Delémont. Allí se descubre un Jura diferente: un Jura que no desprecia abiertamente las convenciones, sino que lucha por su integración económica. Se divisan las obras de la Transjurane, esa autopista de 85 kilómetros que atraviesa el Jura de Biena a Boncourt, en la frontera con Francia. Costó 6 600 millones de francos debido a la intrincada geología y los innumerables puentes y túneles, que fueron diseñados con los más altos estándares, también estéticos, por Flora Ruchat-Roncati, arquitecta del Tesino. La construcción de la Transjurane comenzó poco después de la creación del cantón y finalizó en 2017; traduce el compromiso de la Confederación por conectar esta desfavorecida región fronteriza con los dinámicos polos económicos de la Meseta Central. Si la Transjurane está teniendo el efecto deseado difícilmente puede demostrarse con cifras. Mientras que la población de Suiza crece a buen ritmo, en el cantón del Jura está prácticamente estancada. La capacidad económica del Jura se sitúa por debajo de la media, el desempleo es superior al promedio suizo y en términos financieros el cantón camina por la cuerda floja. Cabe preguntarse si la mayor facilidad de comunicación que brinda la autopista no contribuye tanto a la emigración como a la inmigración. Clément Crevoisier probablemente respondería de forma afirmativa. Desde hace varios decenios, este historiador publica textos comprometidos y críticos sobre su cantón. Considera que el aislamiento lingüístico y geográfico del Jura es un problema importante. Los habitantes del Jura, afirma, ni siquiera se sienten parte de la Suiza francófona. La gente que estudia, por ejemplo, tiene que marcharse, y a menudo no vuelve. Para Clément Crevoisier, la atención prestada durante decenios al conflicto del Jura ha provocado también un endurecimiento de las actitudes, que está obstaculizando el potencial de desarrollo de este cantón. “Por desgracia, el afán ideológico de verlo todo en blanco y negro pasa por alto las raíces multiculturales del Jura”, sostiene. ¿Mito o realidad? Jean-François Roth, exconsejero de Estado del Jura, también está preocupado por el estancamiento de su cantón. “El cantón del Jura se ha vuelto bastante tranquilo. No estoy seguro de que siga encarnando el ideario que condujo a su creación”, comenta con motivo del 50.° aniversario del histórico plebiscito del Jura. ¿Es la ola de cambio un mito que se ha marchitado, arrasado por los vientos del crecimiento económico? Aparcamos ahora la bicicleta cerca de la estación de Delémont, en una pequeña zona peatonal cuyo diseño carece de originalidad. Aquí trabaja el escritor Camille Rebetez, quien hasta hace poco participaba como mediador artístico en el ambicioso “Théâtre du Jura”. Sus padres fueron cofundadores del Café du Soleil de Saignelégier. Él mismo escribió los textos de la serie de cómics “Les indociles” [“Los insumisos”], que el año pasado se adaptó para la televisión suiza. En su cómic, Rebetez narra la vida de tres jóvenes amigos que, a partir de los años setenta, persiguen su utopía de una vida libre e igualitaria en Franches-Montagnes; y en su empeño se topan con la realidad y las flaquezas humanas. “Mis personajes están a la merced de la economía liberal”, declaró Rebetez a los medios de comunicación cuando se publicó el último tomo de su cómic: “Tienen que aprender a perder, sin renunciar a la esperanza. Puede que no salven el mundo, pero luchan por mantener viva esta posibilidad”. Cincuenta años después de su creación, esta fórmula breve y realista podría aplicarse también al cantón del Jura. En noviembre de 1969 reina un tenso ambiente: frente al Palacio Federal, jóvenes separatistas queman cientos de ejemplares del controvertido manual de Defensa Civil. Foto Keystone En 1971, los “Béliers” quisieron tapiar la entrada del Palacio de Gobierno de Berna; pero la policía desbarató su plan sin miramientos. Foto Keystone Panorama Suizo / Octubre de 2024 / Nº5 7
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