GERLIND MARTIN Isabel Bürgin lleva tejiendo desde que comenzó su formación como diseñadora textil y tejedora manual en 1981. Su taller, situado en un edificio trasero del barrio de Klybeck, en Basilea, es alto y luminoso, y cuenta con una larga historia: su abuelo y uno de sus tíos tenían aquí una dulcería. La dulcería y la tejeduría son oficios tradicionales, afirma Isabel Bürgin. “Conmigo continúa la historia familiar”. Su taller, que alberga tres telares, hace también las veces de oficina y sala de exposiciones. Aquí, los visitantes pueden admirar las alfombras de vivos colores, las coloridas mantas y las suaves bufandas, tocarlas y recibir información. A Isabel Bürgin no le gusta estar sentada en una tienda esperando a los clientes. Necesita estar ocupada, trabajar, moverse. “No puedo estarme quieta”, dice esta ágil mujer, que de joven quería ser bailarina. Los paseos diarios estimulan su creatividad: “Un sonido, una combinación de colores en el atuendo de una mujer que pasa a mi lado, la naturaleza, una atmósfera luminosa: no se puede forzar la inspiración, hay que ser receptivo a ella”. Isabel diseña sus creaciones en el telar. Prueba patrones, examina, descarta, cambia, experimenta con colores e hilos. Así va surgiendo el patrón, que Isabel perfecciona con la ayuda de un programa informático. “La inspiración te llega mientras trabajas”, explica. “Yo plasmo mi oficio en imágenes”. Una técnica fascinante, pero demasiado difícil Isabel Bürgin aprendió a tejer en la clase de técnicas textiles de la Escuela Superior de Diseño de Basilea. Al principio no entendía nada de los aspectos técnicos de la tejeduría. “Me parecía fascinante, pero demasiado difícil”. Todo cambió cuando ella y sus cinco compañeras reorganizaron sus estudios en forma de bloques: por fin tuvo tiempo para centrarse en cada tarea. Desarrolló su capacidad de representación espacial y logró comprender la esencia del tejido. “Fue una revelación: comprendí cómo funciona el tejido”. En su tesis final, Isabel Bürgin trató de responder a las siguientes preguntas: Si fuera ciega, ¿qué me gustaría sentir? ¿qué sentiría al pisar una superficie? “Entonces tejí mi primera alfombra, una alfombra de pasillo”. Poco podía imaginar que tejer alfombras sería su ocupación duIsabel Bürgin, tejedora: “La inspiración te llega mientras trabajas” Tejer es una de las técnicas culturales más antiguas del mundo. En Suiza, varios centenares de artesanos y artesanas practican este oficio, entre ellos la tejedora y diseñadora textil Isabel Bürgin. rante al menos 37 años. “Realmente ha llegado a ser una pasión”. Sin miedo al fracaso En 1986, a los 24 años, Isabel fundó su propio taller. Había concluido un aprendizaje como tejedora manual, poseía un diploma en diseño textil y había adquirido valiosa experiencia en el estudio del diseñador Ulf Moritz, de Ámsterdam. Le atraía especialmente el “estilo holandés” de poner en práctica las ideas de forma espontánea, sin miedo al fracaso. A principios de los noventa, obtuvo dos veces la Beca Federal para Artes Aplicadas, de la Oficina Federal de Cultura. Esto le permitió trabajar sin preocupaciones económicas durante un tiempo. En esta fase creó la alfomIsabel Bürgin muestra una de sus creaciones: una suave y voluminosa alfombra de lana de oveja. Fotos Lisa Schäublin Panorama Suizo / Enero de 2025 / Nº1 10 Retrato
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