De niños, cuando nos daban nuestro dinero de bolsillo corríamos de inmediato al quiosco para comprar todo tipo de dulces, desde barras de caramelo hasta ranitas de Coca-Cola, a pesar de las advertencias de nuestros papás. De adultos, comprábamos periódicos, revistas y cigarrillos. Rellenábamos boletos de lotería y soñábamos con el premio gordo que nunca llegaba. Los quiosqueros reconocían enseguida si queríamos charlar o no. Un nuevo libro, Kiosk – Ein Kaleidoskop, rinde homenaje a esos graciosos quioscos instalados en el barrio, la estación de tren o el centro comercial. Y lo hace con un toque de nostalgia, ya que en Suiza el quiosco clásico está en vías de desaparición: los productos del tabaco, las golosinas y los periódicos impresos tienen menos demanda que en el siglo XX, edad de oro de los quioscos. La sociedad Valora, el mayor operador de quioscos, sigue teniendo 800 puntos de venta; ha ampliado su gama de productos y servicios, que incluye ahora comida para llevar y recarga de baterías portátiles. El libro, de bello diseño, muestra también el quiosco desde la nueva perspectiva digital de los estudiantes de periodismo cultural, y lo clasifica en función de su historia cultural, consumista y arquitectónica. Los textos y un centenar de ilustraciones captan con acierto la atmósfera del quiosco, ese lugar “donde se apilan las noticias del mundo” y “donde los apresurados y los insomnes empiezan el día”. SUSANNE WENGER Los quioscos, lugares llenos de recuerdos y de colorido PLATAFORMA DE PERIODISMO CULTURAL, ESCUELA SUPERIOR DE BELLAS ARTES DE ZÚRICH “Kiosk – Ein Kaleidoskop”, editorial Limmat 2024. 208 páginas, CHF 38.– (en alemán) Soñando con el premio gordo: entre los productos y servicios que ofrecen los quioscos, los boletos de lotería son de los más populares. Cromos de futbolistas, cigarrillos y revistas: Dora Meier en su quiosco de Niederbipp (SO), en 1976. Una legendaria chuchería suiza: la ranita de Coca-Cola. 14 Visto
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