El violinista Sebastian Bohren, impulsor del Festival de Brugg, ha revolucionado el mundo de la música clásica con su aplomo poco habitual en los escenarios suizos. Foto Marco Borggreve, Utrecht El violinista que da un toque cosmopolita a una pequeña ciudad de Argovia El violinista y director de festivales Sebastian Bohren levanta pasiones en el mundo, así como en su propio país. En Brugg, dirige una serie de conciertos y un festival de música clásica, y cree que ha llegado el momento de dotar al cantón de Argovia de una sala de conciertos. En materia de cultura, el cantón de Argovia posee una gran riqueza, a menudo subestimada: los aficionados a la música clásica, por ejemplo, se enfrentan a tal plétora de ofertas que pronto habrá que preguntarse si los políticos no deberían intervenir para orientar las diversas instituciones de Olsberg, Boswil, Muri, Wettingen y Seon; máxime cuando el violinista Sebastian Bohren ha creado un nuevo foco de atracción en la propia localidad de Brugg. La reputación del violinista Sebastian Bohren hace tiempo que traspasó las fronteras de Suiza, y su última grabación, In Evening Light [“En la luz vespertina”], ha recibido críticas muy favorables. Esta grabación está dedicada a dos obras del compositor letón Peteris Vasks (1946). En el segundo concierto para violín, un estreno mundial, Bohren desata sonidos brillantes y ardientes, a veces vehementes, a veces meditativos y ensoñadores. Cuando se publicó el disco, la revista de violín Strad se deshizo en elogios hacia su autor: “Bohren cincela largas líneas melódicas y su tono, aunque lúcido, también da cabida a la melancolía y la incertidumbre. Tampoco le falta vigor, sobre todo en las tres cadencias, salpicadas de dobles y triples cuerdas”. Bohren no solo tiene grandes sueños, sino que está a punto de alcanzarlos: aspira a lo más alto. Su magnífica ambición, poco común en nuestro país, lo ha convertido en el mejor violinista suizo, y el más presente, de los últimos años. Su serie de conciertos y su festival son solo una etapa de su irresistible ascenso. Cuando se le pregunta cuántos festivales de música clásica puede acoger Argovia, Bohren responde en un tono atrevido, relajado y seco: “Sobrevivirán los mejores. La competencia es estimulante y esperemos que mejore a todos”. Admira los conciertos de Seetal Classics, que el violonchelista Benjamin Nyffenegger, de la Orquesta Tonhalle de Zúrich, ha resucitado con enorme empeño, aunque no les tiene miedo. “Numa Bischof, Director Artístico de la Orquesta Sinfónica de Lucerna, dijo en alguna ocasión que la desaparición de ciertos festivales era también algo bueno, porque daba lugar a nuevas creaciones. No todo tiene que ser para siempre”. Bohren no se amilana ante ningún “adversario”. Su festival comienza a principios de septiembre, justo cuando toda Suiza acude al Festival de Lucerna. Pero Bohren no está loco, es más bien “atrevido”: “Me mueve un compromiso extremo que me llena de vitalidad, al igual que el instinto emprendedor que me impulsa”. No le preocupa demasiado que los conciertos y la ópera no recuperen su habitual afluencia de espectadores sino hasta principios de octubre. “La experiencia de otros festivales y el negocio de los conciertos en general solo me interesan medianamente: en Brugg llevamos años trabajando para que el público se identifique al máximo con nuestros conciertos y músicos. El hecho de que, ahora, el público asiduo acuda a Brugg desde todo el cantón y más allá es un efecto secundario. Creo que la fibra de un público solo puede crecer a muy largo plazo, y que la repetición y la tradición emergente desempeñan un papel fundamental”. La fecha es la que conviene. Asunto zanjado. A lo sumo, impedirán al violinista disfrutar de unas tranquilas vacaciones de verano con su mujer y su hijo de dos años y medio. Bohren tampoco teme señalar una de las carencias de Argovia: una sala de conciertos moderna. Sin llegar a hablar de deficiencia, cree que sería realista y factible consBOHREN/ORQUESTA DE CÁMARA DE MÚNICH: “In Evening Light” [“En la luz vespertina”] Vasks y Schubert, Avie 2024. 24 Oído
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