Panorama Suizo 2/2025

rales y fortalecer el sentimiento de pertenencia comunitaria”. Según el Consejo Nacional, este artículo convertiría a los suizos residentes en el extranjero en “ciudadanos de pleno derecho”. Cabe subrayar que estos esfuerzos en favor de la Quinta Suiza se veían impulsados por la descolonización: cada vez más emigrantes suizos en Argelia y el Congo habían acudido a la Confederación porque habían perdido sus tierras y bienes; esto dio a la Confederación un motivo para regular sus vínculos con la diáspora. En segundo lugar, durante la Guerra Fría de los años sesenta, Suiza reactivó el postulado de la “defensa espiritual” del país, haciendo hincapié en la “particularidad” y el “excepcionalismo” suizos. Todo lo suizo era bueno y muy apreciado, incluso fuera de las fronteras del país. En tercer lugar, Suiza se enfrentaba a los embates de la globalización. Si insistía tanto en su particularidad era porque, en realidad, muchas cosas estaban cambiando. El boom económico de los años cincuenta y sesenta provocó una fuerte inmigración, un auge de la industria de la construcción y un crecimiento demográfico. La economía suiza se internacionalizó, el sector bancario creció y, en 1966, el país ingresó en el GATT, la organización mundial del comercio, que se convertiría en la OMC. Estos cambios suscitaron temores, y en 1961 se fundó el partido conservador de derechas Acción Nacional, que hacía campaña contra la inmigración. Esta tensión entre apertura económica y vuelta a la mentalidad aislacionista marcó a la Suiza de los años sesenta. Así, en la Exposición Nacional de 1964, el optimismo sobre el futuro no excluía los llamamientos a la vigilancia nacional. Intelectuales como el germanista zuriqués Karl Schmid alimentaron un amplio debate sobre un “pequeño país sumido en el malestar” (Unbehagen im Kleinstaat, 1963). La enmienda constitucional de 1966 convenía tanto a los votantes nacionalistas como a los cosmopolitas. Ambos se pronunciaron a favor de una Suiza Tres o cuatro veces al año, las papeletas de voto llegan a nuestros buzones. En Suiza, es algo tan habitual que muchos apenas son conscientes del gran privilegio que es tener una democracia directa y no se molestan en votar. Sin embargo, los referendos pueden transformar el país de forma permanente, como demuestran David Hesse y Philipp Loser en su libro. Estos dos autores, periodistas e historiadores, tuvieron la brillante idea de seleccionar treinta de los referendos más importantes entre los cientos que se han celebrado desde el nacimiento del Estado federal suizo, en 1848. Evidentemente, algunas votaciones son de obligada referencia: la votación sobre el SVS (1947), aceptado por amplísima mayoría; el referendo tardío mediante el cual se aprobó el sufragio femenino (1971); o la consulta sobre la adhesión al Espacio Económico Europeo (1992), rechazada por escaso margen. Pero el libro también se detiene en otras votaciones, quizá un poco olvidadas hoy en día, a través de las cuales el pueblo forjó el destino del país: el nacimiento de los Ferrocarriles Federales Suizos (1898), la integración de la Quinta Suiza (1966; ver el artículo principal) o la supresión del patriarcado en el derecho matrimonial (1985). En 1877, Suiza fue pionera en la protección de los trabajadores, al ratificar la Ley de fábricas. Y aunque la iniciativa “Contra la influencia extranjera” fracasó en 1970, la iniciativa popular “Contra la inmigración masiva” prosperó 44 años después. Muchos de los referendos incluidos en el libro fueron objeto de acalorados debates. El libro arroja luz sobre los antecedentes, las controversias, los resultados y las consecuencias de cada votación, aportando una visión refrescante y sumamente interesante de estos acontecimientos. “Los elementos que modelan Suiza son el agua, el clima, la roca... y las votaciones”, escriben. (SWE) Votar funciona Extracto del libro “Heute Abstimmung! 30 Volksabstimmungen, die die Schweiz verändert haben” [“¡Hoy votamos! 30 votaciones populares que han cambiado Suiza”], por David Hesse y Philipp Loser, editorial Limmat, 2024, 248 páginas, 38.– CHF sui géneris que mirara más allá de sus fronteras. El proyecto se aprobó con amplia mayoría de votos; todos los cantones y casi el 70 % de los electores ratificaron el artículo sobre los suizos en el extranjero. El mayor número de votos a favor se registró en Ginebra y el menor, en Schwyz, Valais y Obwalden. Aun así, el hecho de que más del 30 % de la población votara en contra demuestra que algunos suizos seguían considerando a los emigrantes como desertores, que no merecían recibir ninguna ayuda económica por parte del Estado. El impacto del referendo Esta votación reconfiguró la relación entre Suiza y su diáspora. Los expatriados y sus familias habían obtenido un sitio en la Constitución Federal; se sentían valorados. La OSE describe el acontecimiento de 1966 como un “punto de inflexión decisivo”. Sobre la base del nuevo artículo, la Confederación abordó varias cuestiones pendientes: reguló el acceso de los ciudadanos expatriados a las prestaciones sociales (desde 1974, estas serían competencia de la Confederación y no de los cantones de origen); su obligación de servir en tiempo de paz; y, por último, su derecho a la participación política. Una ley federal, en vigor desde 1977, concede a los suizos y suizas en el extranjero el derecho de sufragio activo y pasivo. Este derecho no caduca nunca, y se transmite de generación en generación, junto con la nacionalidad. Nunca se ponderó la posibilidad de limitar el derecho de voto a unos años después de la salida del país (como en Canadá). Al principio, los suizos residentes en el extranjero hacían poco uso de su derecho al voto, ya que todavía tenían que acudir personalmente a Suiza para depositar su papeleta. Esta situación no cambió hasta 1992, cuando se introdujo el voto por correo. Hoy en día, los suizos residentes en el extranjero pueden votar en su lugar de origen o en su último domicilio. Desde 2008, Panorama Suizo / Abril de 2025 / Nº2 21

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