Panorama Suizo 1/2022

Panorama Suizo / Febrero de 2022 / Nº1 8 Tema Clave les hidroeléctricas perciben en total, por el uso de sus recursos, una anualidad de 500 millones de francos. Estas regalías son una especie de transferencia monetaria desde el próspero centro del país hasta las áreas montañosas, permitiéndoles invertir en infraestructuras y contrarrestar el éxodo rural. Ejemplar a este respecto es el Val Bregaglia, donde la compañía eléctrica de Zúrich, que en los años cincuenta construyó la presa de Albigna, sigue siendo uno de los principales empleadores del valle. Un motivo de feroz oposición Pero no hay que exaltar demasiado estos méritos, porque podría olvidarse que las presas empezaron siendomuy criticadas: baste recordar la suerte del pueblo grisón de Marmorera, situado junto al Puerto de Julier: en 1954, tras varias expropiaciones, el pueblo quedó sumergido en el embalse que lleva su nombre. Asimismo, el proyecto de convertir en embalse el valle de Urseren, que se presentó en 1920 y se retomó tras la Segunda Guerra Mundial, suscitó violentas protestas populares en Andermatt, hasta que quedara enterrado el proyecto. No a las “sucursales alpinas de las centrales nucleares” 1968 es el año clave para entender por qué la energía hidráulica perdió su aura mística: tras años de forcejeo, la hidroeléctrica Nordwestschweiz abandonó su proyecto de inundar lameseta de Greina, entre los Grisones y el Tesino. Con el respaldo de la oposición local, una alianza de defensores de la naturaleza procedentes de toda Suiza llevó la recónditameseta alpina al primer plano de la política nacional. Greina se convirtió en símbolo de las críticas ecológicas al círculo de las ganancias procedentes de la explotación de la energía hidráulica, en contubernio con la polémica energía atómica. Así funciona el “juegodemanos”: la energía atómica barata que no se usa en horas valle sirve para bombear agua a los embalses, con lo que los operadores de las centrales hidroeléctricas pueden generar electricidad que venden a un alto precio durante los picos de demanda, maximizando así sus ganancias. ¿Acaso justifica el afán de lucro de estas “sucursales alpinas de las centrales nucleares” (como las llaman sus opositores) que Suiza renuncie a sus últimos espacios vírgenes? ¿Llegó el crecimiento a su límite? Desde hace más de 30 años, esta pregunta existencial es motivo de roce entre partidarios y opositores de la ampliación de las instalaciones hidráulicas. El debate puede incluso llegar al Tribunal Federal, como ha sucedido con el intento (de momento, fallido) de incrementar la altura de la cortina del embalse de Grimsel. Según la organización conservacionista WWF, Suiza explota ya el 95% de su potencial hidráulico aprovechable. A pesar de que la Confederación ha endurecido las normas ecológicas aplicables a los caudales residuales, WWF estima que los límites ya se han “rebasado con creces”: 60% de las especies autóctonas de peces y crustáceos han desaparecido o están en peligro de extinción. Aun así, se prevé crear o ampliar cientos de plantas hidroeléctricas, a menudo de reducidas dimensiones. Lamayor y por endemás cuestionada se construiría en el espacio antes ocupado por el glaciar de Trift. Se incrementa la presión En comparación con la época de Greina, el conflicto se ha agudizado. Han surgido dos nuevos desafíos: por un lado, debido al calentamiento gloMás pesada que la pirámide de Keops: la presa de Grande Dixence es hasta la fecha la construcción más alta de Suiza. Foto Keystone

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