Panorama Suizo 1/2022

Panorama Suizo / Febrero de 2022 / Nº1 9 bal y al deshielo de los glaciares, los mayores caudales se han adelantado del verano a la primavera. Por otro, a raíz de la catástrofe de Fukushima Suiza decidió renunciar poco a poco a la energía nuclear a favor de energías renovables, según el objetivo de cero emisiones de gases de efecto invernadero, lo que incrementa la presión sobre la energía hidráulica. ¿Es posible sacar más provecho de la energía hidráulica, que actualmente apenas cubre el 60% de la producción nacional, sin incumplir los requisitos mínimos en materia ecológica? “En principio, sí”, afirma RolfWeingartner, Profesor emérito de Hidrología de la Universidad de Berna, quien analiza el problema por partes para afrontar con objetividad tan sensible debate. ¿Debe la energía hidráulica ser un nuevo servicio público? Debido a que produce electricidad sin apenas generar CO2, la energía hidráulica sigue siendo imprescindible para asegurar el abastecimiento, sobre todo en invierno, cuando los equipos solares sonmenos eficientes. Además, el calentamiento global nos da otro motivo para apreciar la importancia de los embalses, afirma Weingartner. Porque en un futuro, con el deshielo de los glaciares, dejarán de existir estos almacenes de agua que hasta ahora han garantizado caudales elevados, sobre todo en periodo estival: en verano habrá escasez de agua. En términos globales y para todo un año, los caudales se mantendrán en niveles similares a los actuales. Pero debido a la desaparición de los glaciares como depósitos de agua y a que se derretirá menor cantidad de nieve, la distribución de estos caudales a lo largo del año será menos favorable. “Por tanto”, deduce Weingartner, “en los Alpes deberemos sustituir los depósitos naturales por otros artificiales”. En otras palabras, los embalses existentes deberán asumir una función suplementaria en los tiempos del cambio climático: permitir la gestión sostenible del agua, por ejemplo, para regar los cultivos durante los meses cálidos y secos. Entretanto, en presas como la de Muttsee, en Glaris, se instalan grandes paneles fotovoltaicos que producen electricidad todo el año, ya que están por encima de la cota de niebla. En vista de esta multifuncionalidad, Weingartner considera que la energía hidráulica debe ser “un servicio público para la producción de energía, pero también para la satisfacción sostenible de la demanda de agua, incluyendo el uso responsable de los caudales residuales”. Visto así, tiene poco sentido oponer los intereses ecológicos a los económicos, como ocurre ahora con cada nuevo proyecto. De ahí que este especialista abogue por un nuevo enfoque global: debido al calentamiento climático, el deshielo de los glaciares provocará la formación en los Alpes demás demil nuevos lagos con potencial económico. “Deberíamos ponernos de acuerdo para definir áreas prioritarias”, afirma Weingartner. Es decir, dividir el territorio alpino, bajo la dirección de las autoridades federales, en áreas en las que se priorice ya sea la producción energética, la ecología, el turismo o la agricultura. Esto permitiría repartir los intereses en el espacio y evitar o, por lo menos, reducir posibles conflictos. Rolf Weingartner es consciente de que su visión pacificadora de la gestión del agua no lo tiene fácil en la Realpolitik helvética, al menos de momento. Pero si Suiza sigue incrementando su consumo de electricidad, tarde o temprano deberá tomar cartas en el asunto. La meseta de Greina, entre los Grisones y el Tesino, marca un hito en el uso de la energía hidráulica en Suiza: los ecologistas impidieron su inundación. En 1986 se abandonó el proyecto de central hidroeléctrica. Foto Keystone

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