Panorama Suizo 6/2022

Quien llegue de Zúrich para asistir a un concierto en Lugano seguramente se preguntará –y no solo durante el entreacto, mientras tome una bocanada de aire fresco y contemple las estrellas fugaces que caen sobre el monte San Salvatore iluminado por la luna– por qué los conciertos en esta ciudad le producen siempre esa sensación de ligereza. Más que recurrir a manidos clichés mediterráneos o al eterno ambiente vacacional del Tesino, busquemos el motivo en la hora de inicio del concierto: las 20: 30 h. Esto permite cenar en una pizzería tras salir de la oficina o tomarse una copa de vino en la piazza. Así, todo el mundo llega al concierto relajado, fresco y alegre. En la plaza, mientras saboreamos nuestra copa de merlot, averiguamos que, en realidad, este comienzo tardío obedeció a una decisión de la radio local: primero, las noticias; después, la música. A nosotros nos viene de maravilla, y a la orquesta también: al fin y al cabo, la retransmisión de todos los conciertos de abono permite que la Orchestra Svizzera Italiana (OSI) resuene en todo el cantón, e incluso en el mundo entero. ¡Entremos en la sala! Con entusiasmo y energía la orquesta sigue a su Director titular, Markus Poschner, logrando generar un sonido con mucha personalidad. El aplauso final nos hace recordar las palabras del Director que, mientras tomábamos el capuchino de media tarde, nos había dicho: “Esta orquesta tiene un enorme talento para tocar con virtuosismo y suavidad. Es como un pequeño automóvil deportivo, capaz de moverse con gran precisión y sensibilidad”. Prueba de ello son sus exquisitas grabaciones de los últimos años; las “rarezas” de Rossini son auténticas joyas en cualquier colección de CD. Poschner, quien fuera aclamado en Bayreuth el pasado verano, afirma sin un ápice de modestia, refiriéndose a la OSI: “También debemos estar presentes en el mercado europeo: somos embajadores del cantón del Tesino y siempre buscamos que haya competencia”. Y como si hubiera percibido nuestro escepticismo, agrega: “Poseemos muchas cualidades de las que carecen otras orquestas: nosotros tenemos una forma propia de concebir la música”. En apoyo de sus afirmaciones, cita con entusiasmo un concierto celebrado en Viena en primavera de 2022, en el que la OSI tocó la “Patética” de Chaikovski, a pesar de que al día siguiente el director estrella Franz Welser-Möst y la Filarmónica de Viena interpretarían exactamente la misma obra... ¡como ya lo habían hecho el día anterior! No cabe duda de que la OSI emana ese aroma a magnolia propio del Tesino; pero también se percibe que debe ser muy flexible para sobrevivir. No basta con hacerse eco de los estereotipos del Tesino. Desde el punto de vista visual, la orquesta tiene un aspecto bastante nórdico: el famoso fotógrafo estonio Kaupo Kikkas inmortalizó la OSI en la cima del San Gotardo, donde posó para unas fotos únicas. CHRISTIAN BERZINS “Somos embajadores del cantón del Tesino” La felicidad no es un juego En 2003, la película “Lost in Translation” [“Perdidos en Tokio”] evocaba la soledad y la falta de comunicación en el extranjero. Al igual que esta película, la novela de Elisa Shua Dusapin “Les billes du Pachinko” [“Las bolas del pachinko”] transcurre en Tokio. La narradora, Claire, de 30 años, visita desde Suiza a sus abuelos coreanos establecidos en la capital nipona, con la intención de acompañarlos en un viaje a su antigua patria. Pero para la joven, este encuentro familiar es motivo de angustia: mientras que ella domina la lengua y los códigos culturales japoneses, los abuelos insisten en hablar coreano, una lengua que Claire ha olvidado en Suiza. En tales condiciones, los diálogos se reducen a simples palabras, “gestos y muecas”. Los juegos, como el Monopoly en su versión suiza, ayudan a salvar la brecha. La abuela, que empieza a tener síntomas de demencia, se rodea de figuritas de Playmobil, mientras que el abuelo atiende su pequeño salón de pachinko, que ha visto días mejores. Claire también debe “ir a jugar” con Mieko, una niña de diez años a la que imparte clases particulares de francés. Al menos ellas dos logran superar, aunque sea tímidamente, la distancia cultural que las separa e intercambiar sus anhelos. “Les billes du Pachinko” es una obra que destila fragilidad, pero también calma y belleza. El juego que da nombre a esta novela refleja una precaria situación emocional. Porque el pachinko es un juego a la vez colectivo y solitario, como lo describió el filósofo francés Roland Barthes. Amontonados unos al lado de otros y sin prestarse la más mínima atención, los jugadores permanecen sentados ante sus máquinas. Insertan bolas y anhelan una felicidad que nunca llegará a satisfacerlos. En este juego no se gana dinero, sino objetos patéticos, tales como ositos de peluche o un paquete de chicles, a modo de premio. Con muy pocos recursos, Elisa Shua Dusapin logra generar un ambiente delicado y melancólico. El verano es bochornoso y cálido; la ciudad, ruidosa y ajetreada; las diversiones parecen tan artificiales como un desfile de personajes de cuentos en Disneylandia. Claire no se siente infeliz, porque en casa le espera Mathieu. Pero en el espacio de tránsito entre las lenguas y las generaciones, entre la patria y el extranjero, se siente extrañamente desanimada y abatida. Al final, el viaje con los abuelos no llega a concretarse, ya que estos no quieren volver a una Corea que ya les resulta totalmente ajena. La única patria que les queda es su lengua, en un país que no es el suyo. Así que Claire sube al ferri sola, mientras reverbera un “eco de lenguas entremezcladas”. BEAT MAZENAUER ORCHESTRA SVIZZERA ITALIANA The Rossini Project: Vol. II, The Young Rossini, Concerto Classics 2020 Rossini: Symphonies and Operatic Arias, Concerto Classics 2018 EL ISA SHUA DUSAPIN: Les Billes du Pachinko. Zoé Editions, Ginebra. 140 páginas, aprox. 30 francos. También disponible en alemán e inglés. Panorama Suizo / Diciembre de 2022 / Nº6 27 Leído Oído

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